El proyecto modernizador de Santiago de Benjamín Vicuña Mackenna se basó en modelos científicos franceses, constituyendo una forma de intervención social determinada por conceptos médicos, basados específicamente en la llamada “Higiene Pública”, que es la medicina social del siglo XIX en Europa. El intendente será el primero que ordene la ciudad, con nuevos moldes sociales urbanos. Para Vicuña Mackenna existen dos ciudades: “La ciudad ilustrada, opulenta, cristiana, ordenada, limpia” y “La ciudad bárbara, una inmensa cloaca de infecciones y de vicio, de crimen, de peste, un verdadero potrero de muerte.” (1873). La cuidad bárbara es la causante de la producción de enfermedades, delincuencia y marginalidad social. La solución fue el plan de transformación de Santiago, que contemplaba la creación del paseo del cerro Santa Lucía (“La montaña Mágica” parisina de V. Mackenna), el emplazamiento de plazas, escuelas, y mercados como: El de San Pablo y San Diego. Estas construcciones buscaban imitar a las de grandes urbes europeas de la época. El llamado “Camino de cintura” o “Muro Sanitario” es un espacio que separa a los dos sectores o a las dos ciudades que el intendente describe, apartando a grupos sociales que pueden contaminar a la ciudad ilustrada y limpia. Recordemos que al sur de Avenida Matta se ubicaba el sector matadero (Franklin) donde estaban instalados los trabajadores y sus populosos barrios. Este “cordón sanitario” fue aplicado para reordenar la ciudad de Santiago, pero no de inmigrantes o “afuerinos”, sino de los sectores populares santiaguinos industrializados.
Desde 1875 se aprecia en el Barrio Sur la división de las manzanas y venta a varias personas, así como el comienzo de la edificación de diversos grupos habitacionales. También se ofrecían “sitios para pobres” como en la calle Chiloé, sobre la línea del ferrocarril urbano de San Diego. Eran amanzanamientos recientes. Los propietarios combinaban el alquiler de la tierra con el de viviendas. La valorización de la tierra impulsó a los propietarios a construir conventillos, que desde la década de 1870 fueron la forma habitual de la vivienda popular. El alquiler de viviendas o terrenos para pobres constituyó una parte importante de las actividades de muchos ricos santiaguinos. La propiedad urbana constituía una porción importante del patrimonio de muchos terratenientes que residían en la ciudad. Hacia 1860 el arzobispo Valdivieso construyó junto a su casa “una especie de conventillo destinado a dar vivienda a familias pobres, de la calle de santa rosa a la calle de san isidro”. Habitualmente propietarios menos encumbrados eran dueños de 2 o 3 conventillos. El alquiler continuaba siendo un excelente negocio debido a la escasez de tierras y la fuerte demanda. La oferta de empleo y la disponibilidad de los transportes impedía que los trabajadores se alejaran demasiado del centro de la ciudad.
Para continuar abriendo el camino Cintura era necesario expropiar esas tierras y derribar lo que ahí existía, lo que tropezó con la resistencia de los propietarios, quienes defendieron sus derechos en términos doctrinarios y a la vez aprovecharon los planes de remodelación para obtener ventajas especulativas. En el barrio sur edificaron ranchos para que se los expropiaran, elevando de manera inusitada el valor de sus propiedades. Con esto, el nuevo camino se abrió solo por tramos. Desde mediados de 1880 aparecen en las zonas que lograron ser despejadas conjuntos de viviendas más ordenadas cohabitando con los antiguos rancheríos. Algunas eran proyectos empresariales, otras reflejan las nuevas preocupaciones por la “cuestión social” siendo poblaciones que procuraban ajustarse al ideal de viviendas baratas e higiénicas para Obreros. Algunas de ellas fueron levantadas como anexo de algunas fábricas, buscando además, retener a los trabajadores en el propio lugar donde trabajan, combatiendo la tendencia a la circulación. En otros proyectos se buscaba la colaboración de las sociedades mutuales.